Mi
cuarto. Paño de lágrimas ausentes, amante secreto, mi confidente
más preciado. Paredes llenas de recuerdos con olor a suicidio
irracional; el gran detector de mentiras y fiel centinela de secretos
inconfesables. El refugio de un soldado con la armadura hecha trizas
y el corazón helado. El techo de un vagabundo conformista y
desolado, exhausto en ocasiones, pero siempre sonriente y borracho de
los sinsabores de la vida... Aunque también hambriento de mundo. El
lecho de un animal herido que cada noche desnuda su piel para
quedarse a solas consigo mismo. La ventana a todo lo que pudo ser y
no fue; a lo que ya ha pasado y no existirá de nuevo.
Mi
cuarto... Un puzzle lleno de piezas perdidas que jamás encajaron.
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